¿Qué es el una úlcera por presión?
Las úlceras por presión, también conocidas como úlceras por decúbito o escaras, son alteraciones de la piel producidas por la falta de oxigenación en los tejidos. Estas lesiones pueden afectar la piel, el tejido graso, el músculo e incluso el hueso en casos graves. Se generan por la fricción o el aumento de la presión en zonas con prominencias óseas.
La presión constante aplicada en un sitio específico de tejido blando genera una disminución o obstrucción completa del riego sanguíneo, lo que provoca la muerte celular y la formación de úlceras.
Las causas más comunes que favorecen la formación de úlceras son la malnutrición, el exceso de humedad en la piel (contacto de la orina con la piel en personas que utilizan pañal), enfermedades de las arterias que generan menor riego sanguíneo o enfermedades que disminuyen la sensibilidad, como las parálisis o las neuropatías, la edad avanzada y diversas condiciones médicas como alteraciones del estado de conciencia. Principalmente, estas úlceras se presentan en personas inmovilizadas o postradas en silla de ruedas.
La importancia del manejo inmediato de estas úlceras radica en la gravedad de sus complicaciones, tales como dolor, infección, sepsis e incluso la muerte. Además, estas úlceras pueden prolongar la hospitalización:

De acuerdo a la profundidad y aspecto de la lesión, las úlceras por presión se clasifican en cuatro grados o estadíos:
- Grado I: Piel aun intacta con enrojecimiento localizado sobre una zona de presión principalmente en prominencias óseas, que después de 30 min de retirar la presión no recuperan la coloración normal, acompañada de calor, edema, endurecimiento y dolor. Es importante aclarar que en personas de piel oscura no se observará enrojecimiento, pero sí endurecimiento y dolor.
- Grado II: Es la pérdida del espesor parcial de la piel con presencia de ampolla, o perdida parcial de la dermis con presencia de una úlcera poco profunda con un color de la base entre rosado o rojizo, llena de suero claro o sanguinolento. Es como un cráter superficial.
- Grado III: Perdida total del grosor de la piel, en la cual puede ser posible la visibilidad de la grasa subcutánea, en este estadío los músculos, tendones y hueso no están expuestos, incluye tunelizaciones o cavitaciones. Puede extenderse por encima de la fascia..
- Grado IV: Pérdida total del espesor de los tejidos (músculo y hueso visible). La lesión es extensa, con necrosis (muerte) del tejido. Puede haber esfacelos, cavitaciones y tunelizaciones, con osteomielitis.

El tratamiento debe ser individualizado, basado en una evaluación previa del paciente que considere todos los factores predisponentes. Se debe tener en cuenta la localización de la úlcera, su profundidad, gravedad, cantidad de exudado, presencia de túneles y signos de infección.
La base del tratamiento es un abordaje multidisciplinario, en el cual un equipo de especialistas trabaja para implementar cambios que beneficien al paciente. Estos cambios incluyen: modificaciones en el estilo de vida, evaluación y ajuste del régimen nutricional, uso de antibióticos (cuando estén indicados) y, lo más importante, el desbridamiento del tejido necrótico a partir de las úlceras de grado II, III y IV. El tejido necrótico debe eliminarse lo antes posible, ya que es un foco de proliferación bacteriana y, por ende, de infección
El manejo quirúrgico es la forma más rápida de eliminar el tejido necrótico. Es un procedimiento invasivo que requiere conocimientos clínicos, destreza, técnicas asépticas y material estéril.